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Nuestra historia

72 años de #ProgresoEnLibertad

Bajo el lema Patria Libre, Sociedad Justa, en noviembre de 1951 un grupo de jóvenes intelectuales, liderados por el Doctor Camilo Ponce Enríquez, funda el Movimiento Social Cristiano (MSC). Este movimiento seria la semilla de una de las fuerzas políticas más influyentes en la historia política ecuatoriana. Una historia que ha visto la lucha de un puñado de patriotas que se han preocupado a lo largo de 72 años de cambiar para bien la vida de la gente.

 

Ese camino nos ha llevado en tres ocasiones a la presidencia de la República (1956-1960, 1984-1988 y 2021-2023); llegar en varias ocasiones a la segunda vuelta electoral por la presidencia (1979, 1992 Y 1996); y ha tenido una presencia transformadora a nivel local. La gestión del partido ha repercutido positivamente en la vida diaria de las personas, evidente en cada provincia, cantón y parroquia donde ha tenido la oportunidad de servir. Esto se debe a una política enfocada en el bienestar comunitario y el desarrollo integral, que se ha traducido en programas de salud, educación, infraestructura y fortalecimiento económico a nivel local, mejorando así la calidad de vida y el futuro de las comunidades.

El Partido Social Cristiano ha destacado por su enfoque en políticas que, más allá de la retórica política, buscan efectuar un cambio real y perdurable. Su historia está repleta de esfuerzos pragmáticos para enfrentar los desafíos socioeconómicos y culturales de Ecuador, siempre con la premisa de que el progreso y la justicia social son pilares fundamentales para el desarrollo de una nación próspera y equitativa.

En resumen, la trayectoria del PSC es un testimonio de constancia, sacrificio y un compromiso inquebrantable con el futuro del Ecuador. Cada victoria electoral, cada período en el gobierno, y sobre todo, cada iniciativa que ha generado un impacto positivo en la vida de los ecuatorianos, reafirma el legado del partido como una entidad que no solo ha presenciado la historia sino que, decididamente, ha participado en su escritura, orientando al país hacia horizontes de esperanza y progreso.

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Inicios del PSC: el nacimiento del Movimiento Social Cristiano (MSC) y presidencia del Dr. Camilo Ponce Enríquez

La génesis del Movimiento Social Cristiano (MSC) en 1951 marcó un punto de inflexión en la política ecuatoriana. En aquel entonces, el país estaba inmerso en un contexto donde el liberalismo había prevalecido durante más de seis décadas, y la figura carismática de José María Velasco Ibarra representaba la fuerza del populismo. En contraste, las tendencias conservadoras hallaban su voz en el Partido Conservador. En este escenario, el MSC emergió inicialmente como un círculo íntimo de ideales compartidos, centrando su actividad en la capital, Quito. No obstante, su trayectoria estaba destinada a ser más significativa: en 1956, tras forjar una coalición con otros grupos de derecha bajo la bandera de "Alianza Popular", esta alianza sorprendió al panorama político al triunfar en las elecciones generales. Así, su fundador, el Doctor Camilo Ponce Enríquez, ascendió a la presidencia, inaugurando un período de notable estabilidad y progreso.

El mandato de Ponce Enríquez fue emblemático, destacándose por su permanencia completa en el poder, un hecho poco común en la tumultuosa política de la época. Su administración se caracterizó por una prolífica generación de obra pública y un irrestricto respeto a las instituciones democráticas, así como por esfuerzos enfocados en fortalecer la cohesión e integración entre las diversas regiones del Ecuador. El país, bajo su liderazgo, experimentó una transformación palpable, con proyectos de infraestructura cuyo legado perdura. Emblemáticos edificios como los que albergan la Asamblea Nacional del Ecuador y la Cancillería, importantes aeropuertos, y estructuras críticas como el Puerto Nuevo y el Estadio Modelo, son testigos de este renacer infraestructural.

Ponce Enríquez también priorizó el desarrollo de conectividad y comunicaciones, invirtiendo en una extensa red de carreteras, puentes y túneles, y potenciando las telecomunicaciones y puertos. Reconociendo la importancia estratégica de las fuerzas armadas, proveyó infraestructuras y equipos esenciales, reafirmando su compromiso con la soberanía y seguridad nacional. En el frente social, implementó políticas progresistas como el seguro de cesantía, marcando un avance en la protección laboral. Su gobierno, conocido por su eficiencia, también se destacó por fomentar la autonomía eclesiástica y buscar un equilibrio en el poder regional, desafiando así las históricas oligarquías de la Sierra y la Costa.

Su gestión, enfocada en fortalecer las instituciones democráticas, brindó un nuevo espacio para el diálogo político y el crecimiento de los partidos, mostrando una magnanimidad que trascendió las rencillas partidistas. Al concluir su presidencia, Ponce Enríquez realizó una transición constitucional del poder, un hito que cerró un capítulo de anhelada estabilidad democrática, ausente durante largos períodos en la historia del país.

Después de alejarse brevemente de la arena política, regresó para enfrentar la dictadura militar post-1963, contribuyendo activamente al proceso de restauración democrática. En 1968, a pesar de una fuerte campaña presidencial, sufrió una estrecha derrota ante Velasco Ibarra. Aunque su carrera política personal empezó a desvanecerse, su influencia ideológica perduró. El MSC, rebautizado como Partido Social Cristiano en 1967, se convirtió en un baluarte de la política ecuatoriana, inscribiéndose oficialmente ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y emergiendo como una fuerza electoral clave en el resurgimiento democrático de 1979. Así, el legado de Ponce Enríquez se cimentó no solo en sus logros tangibles, sino también en haber establecido una plataforma política e ideológica duradera para el futuro del Ecuador.

Retorno a la democracia: León Febres Cordero

En el vibrante período de transición hacia la consolidación democrática en Ecuador, el Partido Social Cristiano cobró un renovado ímpetu bajo el liderazgo decisivo y carismático de León Febres Cordero Rivadeneyra. Este destacado ingeniero y empresario, oriundo de Guayaquil, no solo trajo consigo una vasta experiencia política adquirida como senador representante de las Cámaras de la Producción en los años 60, sino que también infundió una vitalidad y una dirección estratégica que serían fundamentales para la reinvención y el crecimiento del partido.

La incorporación de Febres Cordero marcó el comienzo de una era de transformación dentro del PSC. Inspirado por el legado ideológico de Camilo Ponce Enríquez, se empeñó en integrar estos principios con los conceptos clave de la Economía Social de Mercado. Esta simbiosis ideológica no solo redefinió la identidad del partido, sino que también lo posicionó como una fuerza capaz de abordar los desafíos socioeconómicos del país. En las históricas elecciones de 1984, su visión y liderazgo resonaron con la nación, llevándolo a la presidencia bajo el auspicio del Frente de Reconstrucción Nacional, una coalición que agrupaba a varias facciones conservadoras.

Su presidencia estuvo marcada por una gestión enfocada en el desarrollo y mejoramiento integral del país. En el sector de la salud, Febres Cordero emprendió una ambiciosa agenda de infraestructura, evidenciada en proyectos como la edificación de los hospitales del IESS en Tena, el Hospital Civil de Ibarra y el emblemático Hospital de Niños Baca Ortiz en Quito. Su administración expandió la red de atención médica, estableciendo varios centros y subcentros de salud a lo largo del territorio nacional y promoviendo iniciativas para garantizar el acceso a medicamentos esenciales para los niños menores de cinco años.

En cuanto al ámbito cultural, Febres Cordero demostró un compromiso sin precedentes con el fomento de las artes y la cultura. Bajo su mandato, se creó el Fondo Nacional de la Cultura, una iniciativa pionera que canalizó recursos significativos hacia el estímulo de proyectos culturales, proporcionando una plataforma para artistas y promoviendo la identidad cultural ecuatoriana.

Su visión también abarcó el desarrollo físico de la nación. En el sector deportivo, su gobierno fue instrumental en la creación de infraestructuras emblemáticas como el Estadio Monumental en Guayaquil, contribuyendo al fervor y la pasión nacional por el deporte. En términos de infraestructura vial, su liderazgo fue crucial en la modernización y expansión de las carreteras y sistemas de transporte, incluida la vital arteria Ibarra-San Lorenzo y la significativa mejora del sistema vial en Guayaquil con la construcción de la Vía Perimetral.

Sin embargo, su gobierno no estuvo exento de desafíos. Febres Cordero enfrentó una oposición formidable y momentos de intensa inestabilidad política, exacerbados por intentos de desestabilización y el devastador terremoto de 1987. Aun así, mostró una resolución inquebrantable frente al terrorismo y las fuerzas subversivas, defendiendo la seguridad nacional y el estado de derecho con determinación.

En resumen, la era de Febres Cordero en el Partido Social Cristiano fue una de profunda transformación y fortalecimiento institucional, donde su liderazgo, infundido de pragmatismo y una profunda convicción democrática, cimentó un legado de progreso y resiliencia en medio de los desafíos. Su tenacidad y estrategia política no solo redefinieron su partido, sino que también dejaron una huella imborrable en la moderna historia política y social del Ecuador.

De cara al siglo XXI: Jaime Nebot Saadi

Durante las décadas de los 90 y al iniciar el nuevo milenio, el Partido Social Cristiano cobró un nuevo impulso con el surgimiento de líderes prominentes a lo largo y ancho del país. Figuras como Carlos Falquéz en El Oro, Alfredo Serrano en Galápagos, Johnny Terán en Los Ríos, José Yúnez en Guayas, así como Luís Fernando Torres en Tungurahua y Roberta Zambrano en Esmeraldas, fortalecieron la presencia del partido. Esta nueva generación de liderazgo, junto con el liderazgo del abogado Jaime Nebot Saadi, consolidaron al PSC como una fuerza política de alcance nacional, con una participación significativa en el ámbito legislativo y provincial. Nebot, presentándose como el candidato de soluciones pragmáticas, compitió en las elecciones presidenciales de 1992 y 1996, alcanzando la segunda vuelta en ambas ocasiones.

El año 1992 también marcó un punto de inflexión para la ciudad de Guayaquil, que entonces se encontraba en un estado de deterioro físico y moral. León Febres Cordero, asumiendo el cargo de Alcalde, lanzó una cruzada cívica, enfatizando la responsabilidad individual y colectiva en la reconstrucción de la ciudad. Su mandato de ocho años significó un renacer para Guayaquil, que recuperó su dignidad y emprendió un camino hacia el progreso.

Continuando este legado en el año 2000, Jaime Nebot tomó las riendas de la alcaldía, catalizando un proceso de transformación sin precedentes. Bajo su liderazgo, Guayaquil no solo se revitalizó sino que se convirtió en un faro de administración pública eficiente y un modelo de desarrollo urbano tanto para Ecuador como para observadores internacionales.

En las primeras dos décadas del siglo XXI, el PSC ha dejado una huella indeleble, demostrando que una gestión pública transparente y eficaz es factible y, sobre todo, profundamente transformadora. Ejemplos palpables incluyen el desarrollo de ciudades como Guayaquil, Babahoyo y Machala, así como avances significativos en provincias como Los Ríos, Guayas, Esmeraldas y El Oro.

Hoy, el PSC se erige como la principal fuerza política de centro-derecha en Ecuador. Su impacto es evidente en el número de autoridades seccionales, reflejando la confianza que los electores han depositado en el partido: 34 alcaldes de un total de 221, 2 prefectos, 18 asambleístas y cientos de concejales y presidentes de juntas parroquiales. Esta representación política no solo simboliza la esperanza depositada por los votantes, sino también la validez de un modelo que ha demostrado ser capaz de fomentar el Progreso en Libertad y mejorar sustancialmente la vida de los ciudadanos.

En la conducta del PSC, se destacan principios inquebrantables: el respeto por las instituciones democráticas, la coherencia con sus ideales fundacionales y, más importante aún, la lealtad hacia el pueblo ecuatoriano. Comprometidos con la visión de días más prósperos para todos, los miembros del PSC trabajan incansablemente, convencidos de que, de la mano de la ciudadanía, están construyendo un Ecuador donde el progreso y la libertad no son solo metas futuras, sino realidades vividas en el presente.

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